Papeles viejos, cajones revueltos, y un pasado inmaculado que se destiñe con el tiempo... pero allá quedan, esos hitos de la historia, las princesas que no mueren, que no callan...
A falta de ego y de talento, y lo que es peor en falta con la genialidad y la elocuencia, con una especie de cordura premeditada elegí ponerme el traje de un principiante que está en las últimas, y que harto de tanto fracasar lanza su último manotazo de ahogado para que alguien lo salve o lo escuche.
Esto que añado, a modo de indicación o de advertencia, lo hago para resguardarme de las decepciones. Y si algo tiene que quedar en su memoria, de este preámbulo innecesario, es un escritor desesperado buscando alguien que lo salve de ese exilio, de hojas y de tinta, de penas y desamores; y un lector desconcertado ante semejante pedido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario