sábado, 27 de octubre de 2007

O tal vez...


Y sí, cuando uno lo tiene todo las cosas son fáciles, el tema es cuando te quedas en números rojos y ahí te quiero ver, no vas a saber que enredadera trepar. Vas a buscar y buscar, pero cualquier encuentro te va a recordar cada uno de tus fracasos, pero no importa, vas a seguir sobreviviendo a ese intento de vida que vos mismo inventaste, o decidiste inventar y le vas a dar vueltas al asunto, que sí que no, que sí que no.
A punto de resignarte, de bajar la cabeza, de cerrar los ojos, de llorar un poco o en idioma de canción “quemar las naves”, la vas a ver venir, en cualquier cuerpo, en cualquier hora del reloj, en la hoja de un libro, en dónde sea la vas a ver. Al principio la vas imaginar a tu antojo, en ese momento date cada capricho, es más, hasta podes darte el lujo de reescribir las partes feas de la historia. Pero ojo, después el tiempo te hace su labor ingrata de ir quitándote las momentáneas alegrías, empieza por la piel, sigue por los ojos, la comisura de los labios, la voz, hasta que te quedas mudo y desnudo.
Le vas a buscar la vuelta, como sea ¡eh!, y nunca va faltar ocasión para que aparezca puntualmente el arrepentimiento; tal vez en la mitad de una cena, o cuando estés entretenido buscando la lapicera que hace un mes perdiste, porque también hay que acostumbrarse a la sensación de andar con algo olvidado, en realidad “olvidado”, porque andas paseando con esa ausencia en dónde sea. Y va a doler, matemáticamente, científicamente, literalmente va a doler; mes a mes, escalón a escalón.
Sabemos que te incomodaban las tristezas sin causa específica, pero cuánto las vas a extrañar, y si estabas exento de los miedos y la jauría de los celos, algo te fallaba en los cálculos. Tampoco pienses en planear exilios, o emigrar a otros sitios; porque el invierno habita en cada hueso, y las golondrinas (la música, los libros, el estudio, el laburo) que te hacían compañía te abandonan cuando el tiempo amenaza con tormenta, así que no te asombres si en mitad de la noche te hacen una emboscada la desesperación y su consuelo.
Cuando estés listo para salir a la calle, y puedas hacerte cargo de la rutina, tomalo con calma; pensalo como si salieras del hospital porque te dieron un alta prematura, y sentís que nada duele pero a dos cuadras ¡qué tragedia!: ambulancias y ruidos de sirenas otra vez. ¡Ojo! con la sugestión, mirá que puede doler de nuevo.
Y con el tiempo, lamentablemente sólo con el tiempo vas a ir recobrando los suspiros, las calles dejarán de ser tan hostiles, las noches serán menos sórdidas y sin tanto insomnio. Poco a poco el televisor, que se veía en sepia, cobrará color; la nostalgia se volverá un síntoma de que andas más o menos sano; y el pasado, izará su bandera blanca dejándole la paz al presente.

O tal vez…

O tal vez se equivoque este consejo, pero no le dejes tu suerte a un impreciso…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

jaja

la nostalgia es síntoma de que estás mas o menos sano... es asi

muy bueno manuelito

cuidate

Rockfo dijo...

hoy estuve escuchando una canción que decía:

For if I'd never had a problem
I wouldn't know that He could solve them,
I'd never know what faith in God could do.

algo de eso hay

Salu2

Alicia dijo...

Sus palabras se llevan las mías, y una vez más, nada puedo comentar. Sólo un gracias y un ¡Que placer!